A veces me sirve de freno,/casi siempre lo paso mal.
¿De qué me acuerdo del concierto de Última Fila con Los Ilegales? ¿Os acordáis vosotros de algo? ¿De verdad sois capaces de recordar algo coherente de 1983 o 1984?
Creo que ensayábamos (poco) en San Francisco, en un impresionante bajo en el que por el tamaño podría ensayar la mismísima sinfónica de San Francisco y creo que por aquellos días ya no enchufábamos todo en aquel ampli como hacíamos en Cambeo (uhmm… licor café junto a la chimenea...) de donde una vez llegamos a bajar andando hasta Ourense porque no había autobús los domingos. Poco antes y como un juego más empezó todo, por lo menos para mí. Y la culpa fue de la radio, y de amigos como Carlos de Peggy (que me dejaba discos y con el que recuerdo haber hablado por primera vez en mi vida, por ejemplo, de los Clash y de Madness y de tantos y tantos otros) o como Antonio y Leo, que hicieron que convirtiésemos aquel pasadizo oscuro que se llamaba Bar en nuestra segunda casa, en donde prácticamente cada semana Antonio proveía de las novedades discográficas que se editaban en aquellos años que fueron una auténtica explosión de bandas y sonidos. Aquellos maravillosos años de infección cuando la música viajaba como una extraña fiebre por nuestra sangre, apropiándose definitivamente de una buena parte de nuestros sueños hasta hoy y creo que para siempre jamás…
Recuerdo comprar cigarrillos sueltos en el bar del instituto y escribir con Javier Risco a toda prisa en servilletas (como Nabokov, jaja) esos versos insuperables de aquella canción que tocábamos de perfil:
la Esfinge observa serena/los insectos de la arena
aunque luego estropeáramos el resto seguramente porque se nos había ocurrido hacer cualquier otra cosa o teníamos clases con el Zopas o porque habíamos quedado con alguna novia para bailar (yo que nunca bailé en mi vida) en el 3A donde se pinchaba a Boney M pero también a Los Pistones y Aztec Camera.
Recuerdo los bocadillos del Eironciño y los del Valdeorras, oyendo a Pink Floyd en el Jukebox.
Creo que aquel día en Los Remedios pasamos toda la tarde en el pabellón (nunca volvimos a tener, que yo recuerde, un camerino que incluyera piscina de 25 metros y mesas de pingpong) con nuestro manager para la ocasión (se me fue el nombre…) persiguiéndonos por el escenario durante la prueba de sonido diciendo “Dofo, no juegues, quietos, no saltéis, que todo esto es muuy caro”
Recuerdo que había mucha gente ya para vernos a nosotros porque en aquellos años TODOS íbamos a TODOS los conciertos y en aquellos días Los Ilegales eran lo máximo.
Recuerdo que la gente conocía nuestras canciones, como aquel cover de Os Resentidos:
No estoy seguro, pero al acabar seguramente nos fuimos al Bar.
La memoria es caprichosa y enigmática, pero recuerdo a Última Fila como algo que no tenía absolutamente ningún límite. Aunque bien pensado… ¿alguien tiene algún límite con 18 años?
Como dice César Aira, uno se da cuenta de que no tiene veinte años, de pronto advierte que ya no es joven… y mientras tanto el mundo cambió; mientras uno estaba pensando en otra cosa.
Javier Doforno, 2009