viernes, 22 de enero de 2010

PEGGY RECORDS 20 ANIVERSARIO

Carlos A. Álvarez Tabares. Uno de los tipos más cool del instituto. Para comprobarlo, no hay más que seguir con la vista a ese coche negro que a veces conduce, matrícula Saravella, Cudeiro, que parece sacado de una portada de los Specials. O en el patio, antes de entrar a clase, a ver si aparece cargado de vinilos que nos recomendará con esa voz vehemente, tan cool, que tienen los que nunca han fumado: toma, lo nuevo de los Psychedelic Furs, no te pierdas Heaven. O sufrirlo como rival en esos partidos de basket (es el auténtico líder) en los que el muy cabrón te asesina y aún encima te sonríe, estilo Isaiah Thomas.

Cuando acabamos en el instituto, todos nosotros, que entonces éramos puro futuro, tiramos cada uno por un lado para construir nuestros respectivos pasados y, como dice Faulkner, para llevar a cabo nuestras pacíficas desdichas. Años después, mientras estudio química e intento escribir famélicos y esmirriados haikus junto a las piedras mojadas de la Quintana dos Mortos, Carlos, pese a ser tan cool (o mejor dicho, por eso mismo) no pierde el tiempo. Ya lleva unos años trabajando y decide hacerse empresario. Será chica. Se llamará Peggy y desde hace unos meses es veinteañera.

Y Cosecha Roja, que nació sólo un poco antes, celebró tocando un puñado de sus viejas canciones el vigésimo cumpleaños de Peggy, con Carlos y amigos en el Torgal. Quién nos iba a decir que esa fiesta sería la semilla del disco Un par de cosas 1991-2000 y el pretexto para seguir tocando esas canciones un poco, sólo un poco más. Así pues, Peggy Records es nuestra Rough Trade particular, desde hace mucho tiempo. Carlos siempre nos ha echado una mano. Y la palabra siempre, tan abstracta, en este caso es completamente objetiva. Siempre significa siempre. Además, sabemos con certeza que cualquier nueva idea que comentemos con él para Cosecha Roja o Burgas Beat (Ni una sombra en el horizonte incluso se presentó a los medios en Peggy Records) o cualquier sueño que nos ronde por las noches (¿resucitar por unas horas a Viernes y los Robinsones?, ¿a Última Fila?, ¿mi disco a medias con M Ward y Jim James?) Carlos nos dará su opinión sincera, criticará lo que tenga que criticar y concluirá diciendo: contad conmigo. Como hacen los amigos de verdad.

Fotografías de la Fiesta aniversario de Peggy Records en Café-Pop Torgal

La canción miente y dice que no son nada, pero veinte años han dado para mucho en esto de, valga la repetición, la canción y su industria. Una deriva hacia no se sabe dónde. En cuanto a los soportes, la cassette pasó a mejor vida y el cedé se convirtió en estándar, en el formato que parecía definitivo; Peggy va creciendo, cambia de ubicación física un par de veces y se va transformando día a día, surge la segunda mano y así hasta lo último: el vinilo, después de haber prácticamente desaparecido, vuelve a ganar terreno poco a poco en los estantes y no sólo como delicattessen para iniciados. Todos estos años, con gran inteligencia, Carlos ha mantenido viva a Peggy frente a la competencia que ha ido muriendo en la ciudad. También le ha tocado ver crecer por todas partes monstruos que hielan la sangre, de película de terror de Hollywood, de las de alto presupuesto, no de esas series B suecas: la música ya se compra canción a canción, como en máquinas expendedoras de tabaco, en entes como iTunes y Amazon. Y lo penúltimo, esa espectacular revolución llamada Spotify. En nuestro país, la música popular, si no estaba ya suficientemente devaluada, se ha quedado reducida a ser el campo de batalla entre los que se ha acostumbrado a tenerla gratis, viéndolo ya como un derecho adquirido y la otra banda, la del monopolio de cobradores que acabarán pidiendo pasta hasta a los que cantamos en la ducha. Resurgen viejas consignas como que la propiedad es un robo, dichas sin ningún tipo de vergüenza ni reflexión. Si eres de los que no militas activamente en ninguno de los dos bandos, si crees que puede haber una tercera vía (honesta, no el clásico británico aun tan vigente del voy a decir una cosa y hacer otra para contentar a todos) no te resultará sencillo orientarte entre tanto follón tan falto de argumentos. Cuesta formarse una opinión y saber que puede pasar de ahora en adelante, con tanto hooligan iluminado rajando, convencido de tener razón.

Carlos, ante este panorama, y como buen montañero que es, sabrá mirar al cielo y entenderá si va a escampar o si seguirán cayendo chuzos de punta. Y espero y deseo que podamos celebrar juntos, como mínimo, veinte años más.

Y eso sí que sería verdaderamente cool, amigo.

Javier Doforno, enero 2010


*AVISO IMPORTANTE: Para escuchar bien este reproductor

apaga el que está situado en la columna izquierda.