Nunca hubo demasiadas normas. Quizás tener unas pocas (escritas en letras grandes en la pared del local de ensayo) y cumplirlas hubiera sido entonces lo más recomendable, pero nuestra forma de trabajar venía marcada, dicho de algún modo, más por los componentes emocionales que por los racionales. Lo único que nos movía de verdad era esa ley no escrita que se podría resumir en la frase: toquemos todo lo que podamos para grabar y tocar todo lo que podamos. Y vuelta a empezar.
En aquel año 1994 el grupo suena como nunca pero tiene menos repercusión que nunca. Menos incluso que la poca de siempre. Vacaciones Permanentes se edita, de milagro, en K7. Cuando digo que sonábamos como nunca me refiero tanto en directo (hay una contundente y monolítica grabación de un concierto en la mítica Vanessa que creo que es de la época) como en estudio. Me siguen pareciendo esas canciones una densa y primitiva mezcolanza de los primerísimos REM con Hüsker Dü/Sugar (Bob Mould siempre fue una debilidad personal) y Yo la Tengo (a esas alturas ya tenía desgastado el Painful de tanto oírlo) entre otros muchos y variados ingredientes.
Poco después, ante el deprimente cariz que tomaban los acontecimientos, se pone punto y final a una bonita historia que con el tiempo alguien decidió, no sé si de forma racional o emocional pero supongo que habría un poco de todo, que fuese sólo un punto y aparte con el que Cosecha Roja lleva el volumen al cero y hace, temporalmente, off…
Javier Doforno, Febrero 2010
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