viernes, 26 de febrero de 2010

COSECHA ROJA "Conducir despacio" (CD-1997)



A mediados de los 90 yo estaba trabajando en Ourense y acabando un proyecto y varias cosas más en Santiago que con el tiempo se revelaron bastante intrascendentes. Además, ocurrieron desgracias familiares que marcaron un antes y un después en mi vida. Un par de años antes, Cosecha Roja había entrado en un callejón sin salida y avanzaba hacia ningún lado. Todo había dejado de ser divertido para convertirse por momentos en insoportable. Un día dejamos de ensayar, sin excesivo debate, decisión muy acertada para nuestra salud mental -y no exagero- como grupo. Las circunstancias y los hechos hicieron que me apartase un poco de todo aquello que era tan mío, y a partir de entonces, supongo, cada uno dio salida a su creatividad y a su mala hostia -o como quiera que se llame eso- como quiso o como pudo. En mi caso, aparqué totalmente la guitarra eléctrica (que de paso no era mía, hay cosas que nunca cambian) y me dediqué a escribir (según cuenta la leyenda), a viajar y a trabajar. Un día de esa segunda mitad de la década, alguien, no recuerdo quién, me dio una maqueta de una nueva colección de canciones de Cosecha Roja, que luego supe que se iba a llamar Conducir despacio, curioso título para un disco que en la primera escucha era pop y/o rock de guitarras afiladas, con aquel bajo y batería inconfundibles. Lo escuché tranquilamente. Me recordaba a Jonathan Richman / Modern Lovers, a Alex Chilton / Big Star, a Neil Young / Crazy Horse, a Steve Wynn / Dream Syndicate y a muchos más. Lo escuche también con una cierta distancia crítica proporcionada por el hecho de no haber participado en él, aunque, señoras y señores de la nave del misterio, confieso que me sonaba como si yo mismo, o mejor aún, mi doble, o mejor todavía, mi fetch, hubiese tocado en aquellas grabaciones, cuando la verdad era que sólo llegué a grabar, muy al final, un par de pistas improvisadas de guitarra cuando por fin se editó el disco. Pero sí. Sonaba a Cosecha Roja. Yo incluido. Y sonaba muy bien, y después de oírlo una vez tras otra, en exceso, hasta agotarlo, como hago con todo lo que me gusta, entendí lo que realmente era aquello.

Remontándonos años atrás, después de flexis y singles, Nuevos Caminos, el primer disco “grande”, no reflejaba con fidelidad lo que era Cosecha Roja en su tiempo. ¿Puedo decir que es un disco fallido?. Bueno, ya está dicho. Vacaciones Permanentes es más acertado pero se quedó muy corto en formato gasolinera. A plena sombra es algo especial, un testamento, un epitafio sonoro, un paso a “otra dimensión”. En cambio, Conducir despacio (junto con el EP Aquellos maravillosos años que es su verdadero embrión) es otra cosa. Es el centro, el núcleo esencial del planeta Cosecha Roja y del planeta Rego Tesouro, que son de esos cuerpos celestes difíciles de descubrir por estar tan a desmano de tanta efímera supernova de nuestra galaxia más cercana.

Entre tos y tos, el gran Robert Louis Balfour Stevenson (¿iremos alguna vez a Samoa?) dijo que ciertos lugares hablan con su propia voz, ciertos jardines sombríos piden, a gritos, un asesinato; ciertas mansiones ruinosas piden fantasmas y ciertas costas, naufragios. Cosecha Roja estaba pidiendo a gritos un disco como este. Pero no quiero explicarme mal. Que nadie se confunda: Conducir despacio tiene de sombras y naufragios lo justo. Además hay una extraña y personal luminosidad que lo recorre de cabo a rabo. Hay olas de violines y una palpitante Radio Corazón. Incluso hay varias canciones de amor, más que en cualquier otro disco de Carlos Rego, alguna tan sutilmente hermosa como la que da título al conjunto. Otras explican con precisión la melancolía que se aposenta en nosotros y con la que nos acostumbramos -a regañadientes- a convivir, cuando confrontamos el conocimiento de nuestras propias limitaciones con la altura de nuestras aspiraciones, cuando miramos al desencanto cara a cara en el espejo. Sentimientos jodidamente humanos. Como decía con toda razón un amigo músico el otro día, Rego escribe canciones de Hombres (y que nadie busque connotaciones cachondas a la frase, que sois muy simpáticos). Con sus limitaciones de sonido me parece el disco “fundacional” de Cosecha Roja, alrededor del cual se entiende todo lo demás (joder, y yo no estoy…o ¿sí estoy?). Aquella también fue una buena época para el grupo sonando en trío. Amadís me cuenta que uno de los mejores conciertos de Cosecha Roja fue en Valencia en la presentación de Conducir despacio, en una gira que los llevó también a Castellón, la tierra de Santi Campos, persona clave en su edición. Todas son canciones que forman parte de mi ADN. Algunas, como Cicatrices, de mis canciones favoritas de siempre y ahora, otra vez, después de muchos años, vuelvo a tocarlas. Nada de dobles. Nada de tríos. El próximo día 21 de Noviembre en el Auriense a las 21:30, estrenando el recopilatorio Un par de cosas 1991-2000, espero convencer a Amadís de que estaba equivocado con lo de Valencia. Os esperamos.

Cosecha Roja en trío 1997.

Por último, no me olvido de que el disco está dedicado a los habitantes de Cicely, Alaska, y alrededores. Como habitante de los alrededores, eso también es mucho para mí. Este es el disco para escuchar Corazoncito en "Chris por la mañana" en la K-OSO mientras Chris me explica, por ejemplo, la teoría de Wittgenstein sobre el amor. Para tomar unas cervezas con Maurice en el Brick de Shelly y Holling, atendiendo a cualquiera de sus divagaciones faraónicas. El disco para escuchar con Eddie y sus películas, con Ruth Ann y Marilyn, la que nunca se equivoca. El disco de Joel, el urbanita pragmático y realista que descubre que la realidad es otra y no la que el da por supuesta, y de Maggie, la de la maldición O´Connell, por la que todos sus novios morían por verdadera mala suerte durante su relación con ella. Y es el disco para recordar a mi “hermano”, ese otro habitante de los alrededores de Cicely, Alaska; tan distinto a mi pero con el que compartía una extraña conexión telepática y que casi siempre se reía de las mismas cosas que yo; con el que hablaba totalmente en serio de asuntos triviales y en broma de asuntos serios. El “hermano” de las tortillas de patatas a deshora, los viajes relámpago a Muros y Arzúa; el del hoyo “diecihoyo” y los porrones de moscatel en aquella Compostela acuosa del Hortensia.

Sí. Hemos pasado noches largas y tristes. Nos hemos despertado en mitad de la noche y nos hemos sentido solos y hemos vuelto a tener miedo, como cuando éramos niños. Sin duda, temporales todos hemos pasado unos cuantos. Y por desgracia los volveremos a sufrir. Pero, afortunadamente, entre sombras, zozobras y naufragios que asoman la patita, a veces encontramos cosas que nos reconcilian con nuestra vida, con nosotros mismos y con los que nos rodean. Como Conducir despacio, que tiene una de las más hermosas lunas llenas que uno pueda imaginar.

Javier Doforno, noviembre 2009

Pincha AQUI para ver más sobre "Conducir despacio" el diseño del folleto que acompañaba el CD y las letras de las canciones.


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